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La prisión

  • Foto del escritor: Florencia Mora
    Florencia Mora
  • 22 jul 2023
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 23 jul 2023


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Fuente: La peste

¿Vivimos en una prisión impuesta por las élites? La democracia como engaño institucional... o no.

A día de hoy concebimos el concepto de democracia como el modelo liberador y emancipador del ser humano, más ejemplar y progresista entre las opciones que se podrían elegir, sin embargo, ahondando en el concepto, la reflexión incita a que podamos ser críticos ante el desarrollo evolutivo de este tipo de sistema político. Uno de los problemas que presenta, es el de la creencia de la libertad plena en ellas.

¿Somos realmente libres en las democracias?

Con Freud y su psicoanálisis podemos observar que el ello, el superyó y el yo tienen mucho que ver con nuestras propias concepciones de individuo correcto en una sociedad colectiva. Inevitablemente día a día nos contenemos de nuestras pulsiones más naturales o animales con el objetivo de poder pertenecer al conjunto de personas que siguen el orden preestablecido, impuesto de forma deliberada a lo largo de los siglos mediante la historia y la cultura.

Pero, ¿quién determina qué es lo bueno o lo malo?¿Quién determina cuáles son las pulsiones básicas de instinto animal? Pues si pensamos, ya sea o bien en estas preguntas, o bien en quién preestablece estos parámetros para pertenecer a la sociedad que evoluciona con el tiempo, lo primero que se nos pasa por la cabeza es la existencia de instituciones, pero más no más lejos de esto, están los factores cultura y trayectoria histórico respecto a la existencia del ser humano en la faz de la tierra. ¿Decidimos libremente entonces? ¿Qué pasa si gozamos de una falsa libertad con demasiados límites sin ser plenamente conscientes de los límites que existen?
Por vía de esta pregunta, Marcuse nos guía por el camino para poder reflexionar sobre ello, y es que hoy en día nos situamos en el tablero esperando a cuál será el próximo movimiento de las instituciones que dictaminan el orden en el supuesto caos, normas, leyes, castigos que reprimen que podamos ser libres completamente, de que podamos llegar a aquella emancipación con la que soñaba Kant bajo la concepción de Ilustración, en la que gocemos de una libertad como tal para poder guiarnos de forma autónoma hacia la propia razón con la que confirmamos nuestra propia existencia en este mundo como seres racionales.

Independientemente del lado político en el que te sitúes, es inevitable evidenciar que las élites más conservadoras poseen un miedo y sentimiento de desajuste hacia la emancipación de las restricciones sociales parciales, o libertad negativa como lo denomina Fromm, y es por ello que Foucault decide analizar las instituciones sociales, particularmente, introduciéndose en el sistema de prisiones, confeccionando un vínculo indisociable entre poder, conocimiento y discurso, gracias a él podemos ver desde un plano fuera del mundo de la vida, como diría Habermas, una situación desgarradora respecto de la democracia, pues la ciencia y las instituciones participan en la normalización de conductas aceptables y el castigo para lo que no se encuentra dentro de esos parámetros. Y es que realmente la democracia (o el intento de ella) se ha basado en eso a lo largo de la historia, en limitar y preestablecer concepciones del ser humano inequívocas en las que la propia hipocresía y el exceso de poder ha ido evolucionando con el paso del tiempo. La libertad sexual, el papel de la mujer, la figura del monstruo confeccionada por unos cuantos, ha permitido que las instituciones puedan inmiscuirse de manera negativa en la vida de las personas. De esa manera, se justifica la cosificación de la mujer, de las relaciones de amor, de las orientaciones sexuales y de incluso tu propia concepción de ti mismo en consonancia con la sociedad que nos rodea.

Lo que quiero decir con todo esto, es que aparte de perpetuar un modelo de democracia opresivo, seguimos manteniendo reglas preestablecidas de antaño para contextualizar las relaciones humanas de hoy en día, es decir, hasta hace nada la aceptación de la mujer como ser pensante era impensable, al igual que el querer a una persona que no fuera de tu sexo opuesto, o más recientemente el hecho de no determinarte como mujer u hombre biológicamente, debemos de ir más lejos de esas etiquetas impuestas por la cultura y el desarrollo de la historia. Con estas limitaciones lo que ha evolucionado ha sido el concepto de desigualdad, pues ya no es solo la económica, sino también por sexo, género y sexualidad en sí.

Debido a esto, en los nuevos sistemas democráticos hace falta un lavado de cara de las instituciones para poder llegar a evitar los problemas de este mismo sistema con grupos minoritarios y oprimidos por una historia obsoleta que parece no querer ser eliminada por unas cuantas élites privilegiadas, que prefieren, desde mi punto de vista, seguir perpetuando esa prisión en la que unos muchos estamos, en beneficio de unos pocos. Hace falta una educación como tal y una visión conceptual y existencial de la propia democracia y nuestro papel en la misma, pues al final lo que hacemos es girar en torno a un círculo vicioso que se retroalimenta con limitaciones y violencia legitimada por aquellos que parecen no haberse percatado del cambio de siglo y del nuevo pensamiento como individuos racionales que cohabitan en sociedad.

Relacionando la democracia con la libertad, debemos tener presente que aquellos partidos políticos que se desmarcan del pensamiento tradicional impuesto por la cultura, no casan con el epicentro de la dominación y el poder por poder que desean en otras esferas privilegiadas de la sociedad. Hablo de hipocresía, pues las élites siempre van a abogar por las situaciones de privilegio de unos pocos, normalizando la desigualdad, desembocando así en una democracia que se ve obsoleta con sus instituciones, pecando de un constructivismo racionalista, pues siguen arraigadas a reglas sociales, institucionales y morales del siglo pasado. Es con ello con lo que se debe romper, para poder avanzar y llegar a fomentar la búsqueda del conocimiento, haciendo posible así la llegada a la culminación de la propia existencia del ser humano, donde la razón pueda liderar en las figuras pensantes de nuestra sociedad, pues pienso rotundamente que de esta manera, otros males podrían minimizarse, convirtiéndose en un mal menor.

Igualdad y libertad, eso es lo que debería de primar en una buena democracia.
 
 
 

1 comentario


paulamtin13
22 jul 2023

joe flori como escribes, si todo el mundo leyera esto y realmente se informara un poquito mas sobre la situación quizá nos iría un poquito mejor 🫶🏻

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